Cuando compramos un aparato eléctrico y electrónico de uso doméstico, el precio del producto incorpora ya el coste relativo a su gestión cuando el aparato se convierta en residuo. Por lo tanto, no tenemos que pagar nada cuando entregamos en la tienda donde adquirimos el nuevo el equipo que sustituimos y desechamos. Si lo llevamos al punto limpio, igualmente podremos depositar nuestros residuos sin tener que pagar por ello en el momento de la entrega.